Vienes a mi:

Vienes a mí, te acercas y te anuncias 
con tan leve rumor, que mi reposo 
no turbas, y es un canto milagroso 
cada una de las frases que pronuncias. 

Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas, 
y hay al mirarnos atracción tan fuerte, 
que lo olvidamos todo, vida y muerte, 
suspensos en la luz de tus pupilas. 

Y mi vida penetras y te siento 
tan cerca de mi propio pensamiento 
y hay en la posesión tan honda calma, 

que interrogo al misterio en que me abismo 
si somos dos reflejos de un ser mismo, 
la doble encarnación de una sola alma.


Enrique González Martínez 

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