Los cinco minutos vueltos nada.

Entonces lo miraba como si fuésemos lo único existente en un gran universo; Sus brillantes ojos eran capaces de  volver nada a aquella cosa llamada tiempo y era ese el entonces en el que el tiempo no era nada, logrando que todo se pausara para mis pequeños ojos, mientras que mis pupilas se empeñaban en apreciar cada detalle y mi mente se apresuraba un poco al hecho pre-imposible de leer su misteriosa mente.


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