Tardes de lluvia.

Todas y cada una de las historias caían una por una. Abajo había un mar de ellas. El cielo gozaba de su mirada mientras que el vacío había tomado la mía. ¿Puedes extrañar a quien se sitúa a tu derecha? Aun estando cerca, así era. No estaba aquí ¿Aun tenia como destinatario mi nombre uno de sus muchos pensamientos? 
Un roce en mi mano interrumpió mi meditación, con la misma suavidad que entro me tomo y me llevo hacia afuera, poco a poco nuestros cabellos se movían más a causa del viento, como también poco a poco nuestros cuerpos se empapaban, sin que nuestras pupilas se cruzaran. Comenzamos a girar y luego allí estaban su risa y la mía, juntas. El golpeteo de nuestros pies con el suelo, las dulces melodías de la alegría, el roce del viento... oh no! sus dones de seductor se hacían presentes. No pasaron mas de dos minutos para que mágicamente  sus manos rodearan mi cintura y las mías sus hombros. Sin lugar a dudas nuevamente el mundo se nos detenía. Tomando el control y reconstruyendo todo... 
-"Te quiero"- me susurró y sin pensarlo dos veces termine la frase rosando sus labios "para siempre". Comprobando que el amor, no era ninguna de esas teorías. Si no tu propia historia, y en mi caso, no terminaba.

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