Descartas.

Sabes, podría escribirte un poema nuevo, el más doliente y triste que alguien pudiese imaginar.

Incluiría todas las lágrimas derramadas por ti y cada una de las veces que mis ojos se desvanecieron y se volvieron mar cuando te vi romperme el alma. 
Agregaría, además, toda esa indiferencia que acumule en las paginas de esta historia, con el afán de asesinarte un poco y desvanecer levemente tu recuerdo. 
Este nuevo poema no hablaría de soles pero si del fuego, un fuego ardiente, que no viene del corazón que late, sino de un infierno en el que se grita. Estas letras serían escritas con una mano temblorosa, llena de miedo por la muerte de  todos los relojes nuestros y consigo nuestro tiempo. 
Le anexaría las partituras de la canción que nunca merecí y las veces que me enseñaste a esconder los sentimientos y continuar la caminata.
Este poema, sin duda no sería como el primero, tendría toda esta pasión que desarrolle al amarte a lo largo de los años, seguramente no sería el último, porque después de ser yo quien intente acabar con este inmenso amor, me quedaría un odio del mismo tamaño que posiblemente daría pie a las letras más grotescas que algún día pude recitar.  

Cariño, estas palabras serían tuyas y nada más tuyas, porque aún no tengo el valor de gritarle al mundo que me has vuelto a matar.

Itzel Sandoval.


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