Veranos perdurables.

Olvidé cuando habíamos caminado, en realidad solo me concentraba en como se complementaban perfectamente nuestras manos. Como si hubiésemos nacido el uno para el otro !Vaya! Si que era un soñador pero podía pasar horas pensando una "insignificancia" como esa y disfrutar las sensaciones producidas como si mañana quizá, por alguna loca razón llegase a morir. La amaba, era verdad. 
Su risa me hizo mirarla, reía por cualquier cosa y aunque a veces fuese molesto, desconcertante y ni yo fuese capaz de saber el porque, se que si dejara de hacerlo no sería tan perfecta. La mire y comenzó a correr, corrí tras ella notando que deseaba la siguiera...corrimos hasta que caímos en el piso riendo y gritando un poco, a veces olvidaba lo divertido que era volver un poco a la infancia.
Nos recostamos sobre el campo despejado, a mirar el cielo y encontrar formas... hasta que nos cubrió el atardecer y logre vislumbrarla sonriendo con los ojos cerrados. Este era otro recuerdo fantástico para conservar pese al tiempo.


Fotografía por Philippe Thiers, Chile. 

Comentarios